Entrevista publicada en la versión impresa del periódico Equipos & Talento realizada a Miguel López Morejón, socio director de Kayros Institute.

¿Cree que es realmente necesario que las empresas implanten Agile?

Mi respuesta es un sí rotundo, no solo es necesario, sino que es urgente. Las empresas se encuentran con un choque entre su realidad externa –un mundo que cambia a una velocidad vertiginosa y que necesita respuestas rápidas e incluso inmediatas– y la interna –una gestión que tradicionalmente ha estado focalizada en la eficiencia, que lleva a optimizar procesos y establecer múltiples procedimientos–. El factor competitivo diferencial hoy en día no es tanto la eficiencia como la innovación. Una estrategia de empresa con foco en la innovación no puede implantarse si la empresa no ha desarrollado una filosofía de empresa Agile. Cada cambio y oportunidad de mercado requiere rapidez de respuesta y flexibilidad para ajustar constantemente y a veces de manera “ad hoc” esos procesos internos.

¿Están realmente preparadas las empresas para su implantación?

Todas las empresas sin excepción tienen internamente el potencial para adoptar la filosofía Agile y asumir esa estrategia de innovación. Pero se tiene que tener en cuenta que esta implantación tiene fases o grados de intensidad. Usemos una metáfora: si aún están en “modo gateo” respecto a Agile, su siguiente paso ha de ser “ponerse de pie”, y luego “andar” y finalmente “correr”. No podemos pasar directamente del “gateo” al “sprint”

En Kayros Institute hemos identificado cuatro momentos de madurez en los que las empresas se encuentran respecto a Agile. En función del punto en el que estén, la solución que han de adoptar es distinta. La primera es la fase “gateo” –Mentalidad Agile-: es la más compleja porque supone un cambio de la estructura mental de las personas, tienen que aprender a pensar distinto y desafiar su mindset para adoptar una mentalidad Agile que les permita tomar decisiones de manera rápida y flexible.

La segunda sería la fase “En pie”: aterrizar esa mentalidad en un método de trabajo individual que les permita dar respuesta “ágil” a sus frentes abiertos. Y tener un control y seguimiento de los mismos. Si no lo hacen así, no es posible aplicar en la realidad esa filosofía y el desgaste personal por el estrés es enorme. No se puede ser realmente Agile si estás estresado.

La siguiente es la fase “Andando”: iniciar una cultura de trabajo en equipo en la organización, adoptando una visión global y foco en el propósito común para romper los silos interdepartamentales y dejar de ser departamentos estancos. Un problema de gran impacto en la organización se da cuando tienes un departamento que trabaja con filosofía Agile frente a otro departamento que tiene una filosofía tradicional, el choque es inevitable y el entendimiento es casi imposible. Y este es un problema que nos encontramos en casi todas las empresas, porque hay personas que ya tienen una filosofía Agile y no son conscientes. Y, luego, la fase “Sprint”: implantar metodologías de trabajo en equipo Agile que faciliten la comunicación instantánea, el seguimiento, las reuniones… entre departamentos.

«Agile no significa focalizarte en no cometer errores, sino en aprender rápido»

La decisión de qué metodología de trabajo Agile usamos, Scrum, Kanban, etc., es la última. Aunque, por desgracia, es la primera decisión que las empresas toman y ahí se inicia el camino hacia el fracaso con Agile. Las empresas se ciegan por el brillo de una metodología atractiva y muy útil para responder a su realidad actual y se dejan llevar por la precipitación, sin considerar que el principal obstáculo para implantar Agile son las personas y, más concretamente, su mentalidad.

¿Cómo ayudan a las empresas a implantar Agile?

La fase clave es la consultoría estratégica en la que analizamos con la empresa dónde están y en cuál de las cuatro fases se encuentran. Después, hemos de adaptar la solución a las necesidades y recursos de la empresa –eso es un diseño de solución Agile–. Iniciamos la impartición de experiencias de formación en modo blended: combinamos presencial, online, micro masterclass, youtube, etc., que tienen como objetivo impactos de “transformación” para ir debilitando los patrones de pensamiento antiguos focalizados en procesos rígidos para ir sustituyéndolos por pensamiento Agile. Por ejemplo, de la eficiencia para evitar errores a la innovación para aprovechar los que nos permiten aprender. El valor principal es la capacidad de aprender rápido, no el perfeccionismo de no cometer errores. Es un paso clave y cada organización y cada persona tienen su propio proceso, hay que respetar los tiempos. Dividimos el proyecto en fases cortas para medir el impacto, evaluar la velocidad de desarrollo de la compañía y sus profesionales; ajustando con esa información las fases posteriores del proyecto.

Nosotros mismos nos aplicamos el cuento, porque en casa del herrero “cuchillo de acero”. Aplicamos la filosofía y metodología de trabajo Agile en nuestra manera de hacer consultoría con el cliente, lo que facilita la rapidez para la toma de decisiones, la flexibilidad para resolución de problemas, y la creatividad para encontrar soluciones ad hoc para cada cliente y proyecto.